el enterrador.

nuestra perra, a la que mi hermano bautizó rápida
-era realmente veloz-
había tenido seis cachorros.

un día,volviendo del hospital
mi padre le pasó encima a uno con el carro,
un ford rural verde.

tomó una pala, fue y lo enterró
en la parte trasera de la casa.

al atardecer, cuando el viento se cargaba de agua,
andrés y yo bajábamos las compras que había hecho nuestra madre,
los cinco cachorros llegaron jugando con la cabeza
del perro muerto,
como si fuera una pelota.

esta vez, mi padre
lo enterró más lejos.

J. V.Dummet